El jet lag es un trastorno temporal del sueño que afecta a cualquier persona que viaje largas distancias en las que los husos horarios son muy diferentes entre sí.

Por ejemplo, entre Buenos Aires y el sudeste asiático o Australia. Es decir, es la alteración del reloj biológico del propio cuerpo.

Según contó Martín Staffolani, CEO de Assistravel, el jet lag puede provocar fatiga diurna, malestar general, dificultad para mantenerse alerta y problemas gastrointestinales.

Entre las maneras de afrontarlo, sobresalen: si cuando se aterriza en destino es de día, tratar de continuar con la jornada como tal, aunque se hayan pasado varias horas despierto en el avión, mientras que, si se arriba de noche, dormir como si se estuviera en la propia casa, pero levantarse en cuanto salga el sol y respetar los nuevos horarios para adaptarse lo más pronto posible.

Tener en cuenta que si se viaja hacia el este (Europa, por ejemplo), los días previos será conveniente ir a dormir un rato antes que lo habitual, en tanto que si el destino está en el oeste (Los Ángeles, San Francisco o Vancouver, por caso), acostarse más tarde dado que, posiblemente, se llegue de día y haya que continuar con la jornada local.

Lo que hay que evitar a toda costa es esforzarse para mantener los horarios habituales que se tenían antes de la partida.

Por último, si se aterriza de día luego de un largo viaje, lo mejor es darse un buen baño refrescante y a seguir.