La ansiedad es el problema de salud mental más frecuente, tanto en los adultos como en los jóvenes. Además, la pandemia afectó inesperadamente en la vida diaria de muchas personas, y fue una situación que rompe instantáneamente con la vida diaria de muchos adolescentes.

Según estadísticas de la Asociación Americana de Psicología (APA) uno de cada tres jóvenes sufre o sufrirá un trastorno de ansiedad. El trastorno de ansiedad es un trastorno excesivo que interrumpe en la vida diaria. Uno de cada 12 jóvenes podría sufrir un trastorno tan grave que tendrán problemas importantes en la escuela o con la familia, podrían bajar su rendimiento académico o incluso deportivo, o dejerá de verse con amigos, y la ansiedad les bloqueará en muchas situaciones.

Iris Pérez Bonaventura, psicóloga clínica y doctora internacional en Psicología Infantil y Juvenil, explica que la ansiedad es una emoción que nos ayuda, «es adaptativa», y nos protege de una situación de peligro o de una amenaza real.

La especialista advierte que la ansiedad puede convertirse en una emoción desadaptativa que no nos ayude, por eso cree que es fundamental la educación emocional, especialmente en el caso de los jóvenes: «El problema viene cuando la ansiedad es excesiva e interfiere de forma fuerte en nuestra vida personal, nos crea inseguridad y miedos; influye en el ámbito familiar, en el escolar, o en el social; y nos impide hacer las cosas que hacemos en la vida diaria».

Los adolescentes fueron uno de los colectivos más afectados por la pandemia, sin embargo, la especialista nota que la salud mental de los jóvenes estaba deteriorándose desde antes, y el SARS-CoV-2 sólo lo ha acelerado todo, con un aumento exponencial de los problemas mentales en los niños y en los adolescentes.

La adolescencia es una etapa caracterizada por ser un momento crítico de transición hacia la edad adulta, de elevada vulnerabilidad, y un momento que está repleto de cambios físicos, sociales, y emocionales que influyen en la autoestima y en la personalidad de los jóvenes, porque se está formando. «Con la pandemia hubo tal alteración de rutinas diarias, de la forma de aprendizaje, o en el ámbito social, que al final supuso un empeoramiento en los chicos en una etapa tan vulnerable. Al final es un reto y cada reto tiene una oportunidad pero si los jóvenes aprenden ahora a manejarla y a lidiar con ella les ayudará en todas las situaciones difíciles que están por venir», defiende.

Hay muchos síntomas para detectar la ansiedad en los jóvenes: se preocupan mucho y dejan de hacer cosas o de disfrutar y de vivir el presente por miedo, siempre están angustiados por el futuro; son personas que les dan demasiadas vueltas a las cosas que les suceden, tienen pensamientos circulares negativos, se angustian por el qué dirán los demás o si les juzgarán; o que se preocupan mucho por las personas que quieren.

La especialista sostiene que también los jóvenes con ansiedad son bastante pesimistas, creen que es muy probable que ocurra algo malo; dejan de ir a lugares por temor a ser juzgados o por ser el centro de atención; y por último, sienten muchos ‘síntomas psicosomáticos’, unas sensaciones extrañas en el cuerpo que les crean un malestar y que aparecen sin previo aviso, pero que no tienen origen físico, como por ejemplo dolor cabeza, de estómago, o palpitaciones en el corazón. «La mente y el cuerpo están relacionados» señala Perez Bonaventura.

La ansiedad tiene tanto un componente cognitivo (caracterizado por pensamientos negativos o dificultades de memoria y de atención), como un componente fisiológico, (caracterizado por esas sensaciones extrañas en el cuerpo). Pero también, la ansiedad tiene un componente conductual, que es hacer o dejar de hacer cosas por la ansiedad o por el miedo.

“Uno de los problemas de la ansiedad es que, si se mantiene en el tiempo, las frases inspiradoras como “el tiempo lo cura todo” o “ya pasará” no funcionan. Si no se aprende a lidiar y a manejar la ansiedad, impedirá que el paciente pueda relajarse, mantener atención en clase, disfrutar libremente. Además también sabemos que si la ansiedad continua en el tiempo se convierte en tu sombra, la confianza y autoestima disminuyen, y si no se trata a tiempo puedes desarrollar depresión».

Por eso, Pérez Bonaventura aporta una serie de pautas que pueden ayudar a lidiar con la ansiedad. Estas pautas se pueden aplicar también a los adultos y a los niños, si bien quiere dejar claro que a estas edades es muy importante la ansiedad social y académica que se genera con respecto a otros momentos del desarrollo:

1. Es muy importante hacer ejercicio físico.

2. Dormir bien y mantener una buena higiene de sueño.

3. Comer bien, de forma saludable, y equilibrada.

4. Cultivar su propio espacio personal con actividades que les gusten.

5. Tener una red de apoyo, de personas que les ayuden cuando se necesite.

6. Intentar disfrutar del presente siendo responsables.

7. Limitar el tiempo con las pantallas para no quedarse aislados.

8. Que tengan un referente y una persona que les pueda ayudar todos los días y les motive para que sean lo que quieren ser.

9. Intentar quererse a sí mismos.

10. No menospreciarse y mostrarse como son, que no se conviertan en otra persona por gustar a los demás.